lunes, 5 de mayo de 2008

Madrugada emocional

No tengo idea de cómo comenzar. Ya lo hice. Bien. Bueno, hoy hubo guerra en mi casa. Una explosión bastante silenciosa para la magnitud que tuvo. La verdad que no entiendo bien cómo mantuve esa serenidad. Yo mismo me sorprendí. En fin. No podía imaginarme las secuelas. Unas horas después me vuelvo a sorprender: estoy terriblemente emocional. Como todos duermen, prendo la TV y me meto al Messenger. Primero fue el encuentro con mi querida M. Lazo (la pobre aún fantasea con un nombre que empiece con “Q”). Y a pesar de que siempre nos peleamos inmediatamente después del “hola” hasta segundos antes del “chau”, esta vez conversamos serenos. Un rato. Después vino la cachetada emocional de la que hablo. Por alguna extraña razón sentí unas tremendas ganas de confesarle lo buena persona que me parece y agradecerle por nuestra amistad. Sí, eso se debería hacer siempre, los amigos son amigos. Pero a veces soy un poco reacio a los cumplidos. En fin. No lo contuve. Las sorpresas siguieron. Ella, en un ataque emocional parecido, me devolvió las frases lindas. Y así estuvimos un buen rato, hasta que la responsabilidad la empujó a la cama. Luego sigue la conversación con A. Una buena amiga, pero por razones de fuerza mayor nos alejamos un poco. Al principio las frases fueron bastante triviales. Luego me invadieron unas ganas de “profundizar” un poco el diálogo. Ella me acompañó en este pequeño viaje. Nuevamente éramos nosotros. Y así terminó también ese diálogo, por la maldita responsabilidad (semana de parciales, pobre), no sin antes pactar un encuentro en el Starbucks, como hacíamos antes. Por último comienza una sesión con P. Con ella tengo una extraña relación. Fuimos amantes hace ya muchos años. Luego se fue a USA. Prácticamente dejamos de hablar. Hace un tiempo me entero que está de vuelta en Lima. Comenzamos a hablar. La relación no era la misma, obvio (además que está esperando a que venga su novio para casarse). En fin. Lo curioso es que la relación se fue degenerando. Creo que me considera poco menos que una “perra- masculina” (es que decir “perro” no lo explica). Me perdió todo respeto en el camino. La verdad es que nunca le di razones para eso, pero supongo que así le acomoda más. Bueno, comenzamos el diálogo con idioteces. Después fui entrando peligrosamente en temas más íntimos. Desde luego que terminamos hablando de su relación con el novio. Una conversación muy honesta. Miedos, alegrías. Finalmente nos despedimos. Y aquí estoy, sonriente. No porque haya cambiado mi relación con ninguna de las mujeres mencionadas. Estoy feliz porque cambié yo. Al menos hoy. Al menos esta noche.

2 comentarios:

*MaJiTa* dijo...

"Q"? "q" De "q" Linda?

Anónimo dijo...

TQM ya lo sabes. Llego la calma como siempre te dije, solo necesitabas tiempo.